Dejar de ser musa / Aidée Bañuelos
Entre las pancartas del 8M se podía vislumbrar alguna que citaba "Soy la artista y no la musa", y ciertamente, no somos musas, y nos es porque no podamos inspirar a otres, cres que es bastante clase que hemos sido capaces de eso y mucho más. Creo que nosotras, las mujeres cis y trans, tenemos demasiadas cosas que expresar como pensarnos como meras musas, nuestras voces pueden ser tan potentes como la de nuestros pares varones.
Ya apuntaba Andrea Giunta que "la equidad de género está lejos de cumplirse en el campo del arte", existen suficientes estudios al respecto, no es nada nuevo, desgraciadamente, y tampoco desconocido, ¿quién podría ignorar las expresiones de las Gorilla Girls? Como si alguna de nosotras jamas jamás hubiera sido objeto de estas desigualdades.
Bueno, lo sabemos, pero ¿qué podemos hacer al respecto? Para pertenecer al sistema de arte no siendo el sujeto más cotizado en él, hombre blanco heterosexual cisgénero, hay que aceptar sumisamente los lineamientos de lo que es una "mujer artista" o "artista gay", y muy recientemente, "artista indígena", así, acotado. Porque incluso dentro de la escena artística las reglas del juego son muy patriarcales, por lo que no deja mucha cabida a todas las variantes posibles habidas y por haber.
Si bien los feminismos han visibilizado muchas desigualdades, y han puesto sobre la mesa las problemáticas que nos atraviesan, los grandes cambios requieren de la participación masculina, y a quien le da pan que llore. No lo digo para echar el asunto a saco roto, sino para preguntarnos que tanto de nuestras acciones no repercuten en el cambio de paradigma de musa a artista. La aceptación tan dócil de dichas reglas sólo fomentan y reproducen las mismas dinámicas violentas de invisibilización y omisión hacia nosotras. Violentas, sí, porque o te adaptas o mueres, sin margen a más opciones. En nuestra necesidad de pertenecer nos hemos visto orilladas a ceder, a enfrentarnos entre nosotras, a segregar a quien no se deja doblegar, a proteger acosadores, a mirar hacia otro lado en situaciones de injusticia, y temo decirte que es violento, y es mucho.
¿Realmente queremos afiliarnos a algo que nos demanda ser meramente musas o cierto tipo de artistas mujeres? Me parece que nuestra postura podría ser algo más aguerrida, no sólo hackeando las instituciones y las reglas, sino además creando otras configuraciones de crear, producir y gestionar arte y cultura, más empáticos, sororas e inclusivas.
Dejar la pasiva espera de una oportunidad, ser más militante no sólo dentro de la escena sino también en el ámbito personal, actúa como una bola de nieve que desencadena oportunidades beneficiosas para todes les sujetes excluides del campo. Ser las directoras del museo en la ejecución de un mercado y sistema alterno que sacie nuestras necesidades como agentes culturales es el proceder que se requiere para dejar de ser los adornos humanos que bellamente decoran las grandes obras de los "maestros".
Pero estas acciones requieren de ser claras y honestas con nuestras necesidades, nos advierte de cierta congruencia, nos demanda un poquito de paciencia y algo más de amabilidad para nosotras mismas, solicita de dinámicas más altruistas para todes. Otras formas son posibles, lo he constatado. La pregunta es para ti, ¿quieres seguir siendo la parte subyugada que nunca conocerá mérito alguno por más que te esfuerces en proteger y reforzar este sistema, o quieres ser respetada y reconocida como la artista que eres? La elección es tuya, aunque sencilla requiere de compromiso hacia ti misma, ¿artista o musa?
Aidée Bañuelos
Artista visual y gestora cultural
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